En el marco de la 9na. Feria del Libro y Promoción de la Lectura de San José tuve la no fácil tarea de presentar la última obra de Rafael Courtoisie. Aquí dejo mi breve reseña que no intenta ser crítica.
El Ombligo del Cielo
La
novela el Ombligo del Cielo ha sido la última novela de Rafael
Courtoisie publicada por la editorial Random House. Si tuviera que
definirla, sintéticamente, diría que me gustó, pero con eso no
estoy diciendo demasiado, pero sí significando mucho. Voy a intentar explicar por qué tan poco puede significar tanto, intentando destacar lo más sobresaliente de la misma.
La
novela tiene varios aciertos, desde mi punto de vista, que permiten
que sea más dinámica y entretenida. Para resumir el argumento sin
llegar al punto del spoiler,
voy a detallar algunos aspectos relevantes sin ahondar demasiado. El
Ombligo del Cielo es una novela que transcurre en La Calera, lugar
mítico y simbólico de Chile, lugar que si no existiese habría que
inventarlo, inventarlo al modo de Macondo, Santa María o Comala,
porque yo tuve la impresión de que era una invención y que, de
hecho, no existía. Pero me encontré con que allí han sucedido
muchas más cosas de las que se relatan en esta novela. La Calera es
una ciudad a escala humana, es de esas ciudades que se transitan a
paso de hombre, en palabras del propio Courtoisie, de las que uno
puede recorrer y conocer sus lugares y sus gentes de primera mano. La
Calera que conocemos la conocemos porque detrás de ese narrador hay
un poeta/autor que la recorrió y conoció, que transitó sus calles,
que dialogó con sus personas y las transformó en personajes.
Personajes que, por momentos, se parecen a caricaturas y que transforman el relato en algo fantástico o real maravilloso, mezclando lo realista con lo esotérico.
Indudablemente, existe en la novela un innegable homenaje a Chile, no solo porque la acción se da en
aquel país sino porque alternando con los personajes están ellos,
los poetas chilenos, los que fueron Premios Nobel y los que quisieron
serlo, sumando a Nicanor Parra, Roberto Bolaño como presencia
fantasmal, Gonzalo Millán, y otros que conforman ese mundo en un
mundo ideal para hacer poesía. Y creo que es por esa razón que el
lenguaje poético propio del autor no desaparece aunque la prosa lo
pidiera. La musicalidad de las palabras, las anáforas exactas sin
ser demasiadas, la estructura. La obra se desenvuelve de manera
dinámica, porque hay una velocidad en la narración que se da, en
muchas ocasiones, por párrafos que son una sola oración, dónde no
hay puntos sino algunas comas o puntos y coma. O por párrafos tan
breves que se asemejan a estrofas y a oraciones que parecen
endecasílabos.
Encuentro
que el hecho de ser una novela narrada en primera persona es otro
gran acierto. Lo es porque la primera persona acerca al lector a la
narración y, a su vez, si este narrador (que, inevitablemente, no
podemos separarlo del escritor por algunas referencias casi directas
al mismo) incluye al lector en su discurso, invitándolo a recorrer
ese camino con él, y con el fantasma de Bolaño. Cuando leí la
novela sentí que lo que estaba leyendo me estaba siendo contado en
persona, que el narrador estaba frente a mí en un auditorio, en un
salón de clase o en un café. El Narrador busca a su Narratario, a
su lector ideal, a ese que se incluye en el camino de conocer La
Calera por medio de la intriga y el suspenso, muy bien manejados, para poder encontrar El Ombligo del Cielo.
Pero
incluso hay otra voz narrativa, la primera persona es donde el
protagonista/narrador (¿autor?) lleva adelante la acción y se
acerca a los personajes de forma directa; pero está el narrador en
tercera persona, el que nos va a presentar al gran Vicente Huidobro,
el que nos va a contar como en un gran paréntesis a los personajes
que interactúan con aquella primera voz. Conviven estas dos voces
de manera armoniosa sin que ello sea un problema.
Para
resumir, El Ombligo del Cielo es un libro que, además, permite
varias lecturas, no apunta a un solo público, y esto es, también,
otro punto favorable. Las lecturas pueden ser dos: por un lado la
académica, la “entendida”, la que reconoce a los poetas porque
los conoce, porque los ha leído, porque se ha acercado a ellos por
sus lecturas; por el otro lado, la lectura no “especializada”, la
que no ha profundizado en algunos aspectos de la literatura pero que
no le es relevante para comprender la obra porque la acción va por
otro lugar, porque en esta obra los personajes reconocidos y de
renombre son una excusa para la búsqueda del Ónfalo, de la piedra,
de El
Ombligo del Cielo.
Paula Antognazza.
San José, Setiembre 2014.