domingo, 25 de diciembre de 2016

Feliz Navidad

Me acuerdo cuando era niña y disfrutaba de esta época, las clases habían terminado e iniciaba las vacaciones. La siesta del 24 era obligada y la reunión en lo de la tía era indiscutible. 
De adolescente también adquirí rutinas, una recorrida que marcaba un circuito cerrado que finalizaba en alguna fiesta privada de la que se regresaba encandilada por las primeras luces del sol. 
Como todo, el tiempo pasa y no solo nos ponemos viejos sino que adquirimos costumbres nuevas. Pero parece que en ese devenir no todo es tan perfecto como en aquel circuito cerrado y los reclamos aparecen cargados de reproches y cuestionamientos. Como todo en la vida, cuando uno crece, madura, cambia. Y cambia porque piensa, siente y vive distinto. Porque ese proceso interno lo lleva a uno a querer algo diferente y, quizás, con gente diferente. Pero no se puede medir al amor por quien decide uno pasar las fiestas. No hay una respuesta lógica al receptor. Pero yo, hoy, 2016, prefiero mil veces abrir una lata de atún y ponerle mayonesa y estar sola o con dos o tres personas más, a estar rodeada de gente que no necesito ver. Pero, valga la aclaración, esta es mi elección de hoy, en un año o más, puedo volver a cambiar, o no? 

martes, 31 de mayo de 2016

Sociedad y otras yerbas

Acá nadie se  acuerda de nadie hasta que pasa algo fuerte. Y es fuerte si aparece en la televisión o lo publican en muchos portales de Internet.
El marconi ha sido el marconi desde siempre. Siempre al lado del camino, siempre con ese muro de concreto invisible que lo separa del (casi todo) resto de Montevideo. Y no hacemos más que dejarlo ahí, quietito, que no moleste...
El interior es el interior y ha sufrido muchas veces consecuencias por las inclemencias del tiempo. Y de las otras también, pero esta lejos, no pasa nada...
Dayanas desaparecen a diario, como Lolas Chomnaleces y ginecólogas. Pero en algo raro andaba, como va a salir sola por la playa. Mmmhhh, vino peinada de  peluquería... Es pobre, iba a trabajar, pero seguro.... A unas las buscan más que a otras ¿Por qué?

Pero no aprendemos nada. No sabemos nada y tampoco nos interesa. Porque a veces parece que es más importante esperar a que pasen las cosas, a indignarnos y buscar culpables (siempre el gobierno lidera esto), a criticar, a ser pseudo solidarios, a parecer un comprometido con la/s causa/s, a publicar un  hashtag que se vuelva TT, a ver si le dan MG o Fav y a dejar el celular/computadora a un lado y seguir con mi vida, la Real, en la que estas cosas tienen lugar solo cuando ya pasaron. Así estamos,  criticamos, pero no construimos, ni  cambiamos nada, esperamos.  #Hipocresías.

martes, 9 de febrero de 2016

Soy

Existe un sistema, o un macro-sistema en el que nos vamos moviendo en pequeños sistemas que vamos creando. Un macro-sistema en el que convivimos con algo a lo que llamamos “pares”, como si se tratara de un par de zapatos o de medias. Algo que se supone, a la vista, igual, o que deberíamos reconocer como igual. Pero no, si de algo estoy segura, es que no somos iguales ni nos reconocemos como tales. Si así fuera no habría tanto conflicto, ni discriminación, ni discusiones estériles.

Hay un tema que me rechina, y soy mujer y como tal debo defender mi condición, salir del estigma de la chica de más de 30 que habla con una voz universal reclamando derechos y validando cuestiones que no hacen más que alejarnos de un colectivo. Esa chica a la que han catalogado de “histérica” (tampoco estoy de acuerdo con esto) y que cobra una voz que se supone de todas las féminas. No, soy mujer y considero que ser feminista no es ser egoísta. Si tomo al feminismo como lo que es realmente, soy feminista, si lo leo como lo he leído y escuchado, no, soy simple y complejamente mujer.

El otro día leí un artículo de una mujer de 30, se llamaba 30 cosas maravillosas de tener 30. Si bien muchas de las cosas que dice las comparto, aquellas que tienen que ver con la madurez y el crecimiento, las que son consecuencia de la experiencia y de los errores, de la vida misma, hay otras que no, aquellas en las que he visto que el feminismo se ha tornado por momentos, como un movimiento que poco tiene de colectivo. Me llamó la atención el fuerte individualismo desde lo sentimental, desde la amistad y desde lo sexual. Una de las premisas que asevera es no hay mejor sexo que el que experimento conmigo misma. Bien. Estoy de acuerdo con que la autosatisfacción es necesaria y placentera, que se experimentan otras sensaciones, pero asegurar que ese es el mejor sexo que se puede tener es un modo de decir no necesito de nadie más, ni hombre, ni mujer, nada; y no me parece un buen mensaje. Somos seres sociales y el sexo es un modo de socializar, de intercambiar, de crecer. Estar en pareja o tener una o varias parejas sexuales no limita la autosatisfacción, no. No caigamos en tal yerro.

Entonces, ¿por qué decir esto? ¿Qué tiene que ver con lo de los sistemas con el que abrí esta especie de post? Lo digo porque esta lectura me llevó a caer en que existen un montón de movimientos, de subsistemas, que conviven y buscan hacerse escuchar y a, a veces, el mensaje que llega no es el que se quiere dar.

Me parece que vamos alejándonos cada vez más de los seres que podríamos llegar a ser, de la idea de paridad, de semejanza, de igualdad, cada vez somos más una individualidad, una unidad, y en una desemejanza sin igual, aislados, sin necesidad del otro porque el Yo está por encima de todo lo demás, porque Yo puedo estar sola y el resto no importa. No, no y no. Elegir la soledad por momentos está bueno, pero tenerla como una condición de vida, convertirnos en seres ermitaños y alejados de la realidad nos convierte, inevitablemente, en seres más egoístas y yoístas. Y este último término que hemos ido acuñando, sin que sea reconocido por la RAE, y va cobrando un sentido cada vez más fuerte con el paso del tiempo es un reflejo del sistema en el que nos vamos convirtiendo. Devenimos en un macrosistema con más subsistemas ¿conviviendo?, y eso hace que cada vez más las individualidades quieran fortalecerse y resaltar, y ser vistos y escuchados, y se mide en cuántos RT tiene tu tweet o cuántos Me Gusta tiene tu post o tu foto. Y con esto no quiero decir que estoy por fuera del macrosistema ni de los diferentes subsistemas, no quiero sonar a superada, yo soy un ser que está más que metido en este rollo, pertenezco y también me hago escuchar, pero, por momentos, me siento abrumada, siento no pertenecer y me veo discutiendo por cuestiones que poco dan a mi vida y que, seguro, poco aporten a la de los demás. Pero, a veces, necesito descargar un poco esto. Tengo más de 30, soy mujer, he crecido, he madurado, me he golpeado una y otra vez con la misma pared y tropezado con diferentes piedras. Mi camino se hace andando, pero no camino sola, camino al lado, atrás y adelante de mucha gente, de gente que elijo aunque no estén cerca. No camino sola y me preocupo por mí, pero mi yo necesita de los otros.


Soy mujer y elijo no estar sola.