Hoy
es el Día Internacional de la Mujer, día en que se conmemora la
lucha de mujeres que murieron calcinadas en un incendio en un fábrica de camisas Triangle Shirtwaist, en Nueva York, en el año 1908. La lucha por los derechos y la igualdad no es algo de hoy, la
mujer ha estado en un lugar de ostracismo desde hace un gran tiempo,
hablamos de más de un siglo, en realidad, mucho, mucho más. No es la idea analizar los diferentes
porqués de esta situación, pero basta con ir a a los griegos, La
Biblia o cualquier texto desde la Antigüedad a la Modernidad, que
refuerce esta situación.
Hace
un tiempo escribí
sobre mi posición frente al Feminismo. Actualmente, me siento por
fuera de este movimiento, me siento por fuera de los reclamos y del
modo que le hacen frente, me siento dolida por querer ser, una vez
más, una individualidad y no un colectivo. Demostrar al mundo que se
puede hacer una movilización masiva de mujeres, organizada por
mujeres, no nos dará más derechos. Tener un colectivo político,
social, mediático que hoy
se “solidarice” con la causa y use un lazo violeta, no va a ser
que ganemos la pulseada. Que tu marido te ayude con los nenes, que tu
hermano cuide a tu familiar enfermo, que te den asueto en el trabajo,
que tu compañero haga tu trabajo por vos, no ayuda, no aporta, no da
los frutos. Si parar significa parar el mundo, el mundo tiene que
sentir la ausencia. Pero no, porque en este mundo no hay nadie
imprescindible, ni hombres ni mujeres. Somos uno. Somos un colectivo
y lo que deberíamos hacer como tal es trabajar en equipo, codo con
codo, de la mano, abrazados,como sea, pero hacia el mismo lugar: la
igualdad de derechos y oportunidades. Porque de eso se trata, de
derechos y oportunidades en la cotidiana.
Enfatizo
así la idea de que el feminismo, como se está manejando
actualmente, marca una barrera ya no invisible, sino delimitada entre
nosotras y ellos. Parece una guerra por ya no se sabe qué. Hay
hombres que matan a sus mujeres, pero hay muchos otros que las
acompañan, no solo en la lucha, sino en la vida.
Y
no, mujeres, no es así como se consiguen las cosas, basta con
observar a otro grupo segregado de la sociedad como lo es el
movimiento LGBT, donde sus marchas comenzaron siendo una reunión de
unos pocos y hoy asisten cientos de personas que no pertenecen al
mismo, que son “distintos” pero sienten empatía, sienten que sus
reclamos son válidos y se fortalecen con el apoyo de la sociedad en
su conjunto. Así es como se construye una mejor sociedad, con
puentes, no con muros...
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